viernes, 5 de octubre de 2007
domingo, 9 de septiembre de 2007
PRUEBA
martes 11 de septiembre:
PRUEBA DE HISTORIA ENTRA TODO LO QUE HEMOS VISTO APARTIR DEL SEGUNDO SEMESTRE
CHAO
PRUEBA DE HISTORIA ENTRA TODO LO QUE HEMOS VISTO APARTIR DEL SEGUNDO SEMESTRE
CHAO
GUIA DE APRENDIZAJE
GUIA DE HISTORIA.
PROCESO DE INDEPENDENCIA DE CHILE
La Patria Vieja (1810 - 1814)
El movimiento revolucionario suscitado en la Capitanía General de Chile sigue un desarrollo casi del todo semejante al de las otras regiones de América. Desde el triunfo del autonomismo en el Cabildo abierto del 18 de Septiembre de 1810, se camina con pretensiones cada vez más separatistas, abortadas, éstas, sin embargo y, aunque temporalmente, en la batalla de Rancagua en 1814. Se conoce a éste período con el nombre de Patria Vieja. En su transcurso, por efecto de haberse experimentado en el gobierno autónomo, prende el sentimiento emancipador en el grupo criollo con aspiraciones políticas, a la vez que hace suyo el ideal republicano.
Cuando acontecían los hechos originarios de la crisis monárquica, gobernaba el Reino de Chile, en forma interina, don Antonio García Carrasco. Su falta de habilidad política e imprudencia le enajenaron la voluntad de la Real Audiencia primero y del Cabildo de Santiago enseguida. Medidas tan autoritarias como el apresamiento de tres patricios, Juan A. Ovalle, José A. de Rojas y Bernardo de Vera y Pintado, llevaron a la aristocracia santiaguina a exigir su renuncia el 16 de agosto de 1810. Lo reemplazó don Mateo de Toro y Zambrano, Conde de la Conquista, anciano ya, sujeto a toda suerte de influencias, quien convocó a un Cabildo abierto al pueblo de Santiago para resolver en vista de la difícil situación que se vivía.
La Primera Junta de Gobierno
En el cabildo triunfa la tendencia partidaria del gobierno autónomo, frente a los escasos partidarios de la sujeción al Consejo de Regencia. Se crea entonces, una Junta de Gobierno. Esta se declaró fiel a Fernando VII y tomó medidas efectivas:
Organizó las primeras milicias para defender el reino.
Decretó la libertad de comercio con naciones aliadas de España y neutrales.
También a objeto de contar con la representación de todo el reino, convocó a un Congreso Nacional.
Todos estos actos responden a un justo ejercicio del derecho, fundado en el uso legítimo de la soberanía, que ha revertido al pueblo. Pero, hacia fines de 1810, la ideología claramente revolucionaria se hace presente con la llegada del fraile de la buena muerte, Camilo Henríquez. Inspirado en la filosofía de la ilustración, en la ideas del Contrato Social de Rosseau, en el ejemplo de los Estados Unidos, postula la separación. Su pensamiento lo da a conocer en la famosa Proclama de Quirino Lemáchez, aparecida en enero de 1811. En ella se aboga desembozadamente por la independencia.
El Primer Congreso Nacional
El 4 de julio de 1811, se instaló el Congreso Nacional. Predominan los patriotas moderados, esto es, quienes desean reformas sin romper con la metrópolis. El grupo conceptuado de exaltados, de pretensiones separatistas, quedaba en franca minoría. Como medidas tomadas por el Congreso se anotan:
Creación de la Provincia de Coquimbo.
Ley de libertad de vientres, por la cual se declaraba libres a los hijos de esclavos nacidos en el territorio y se prohibía el tráfico de negros en el país.
Supresión de derechos parroquiales.
Envío de Francisco Antonio Pinto como agente diplomático ante la Junta de Buenos Aires.
La actitud moderada de los congresales fue aprovechada por José Miguel Carrera, llegado a Valparaíso en febrero de 1811, quien traía pretensiones de darle al movimiento un cariz más avanzado. Por sucesivos golpes de fuerza (Oct., Nov. y Dic. de 1811), apoyado por elementos exaltados, logró clausurar el Congreso y establecer un gobierno personal.
Gobierno de José Miguel Carrera (1811- 1813)
Carrera ejecutó varios actos tendientes a conseguir un gobierno independiente. Adquirió una imprenta. Con ella Camilo Henríquez editó La Aurora de Chile, primer periódico nacional. Tenía como objetivo principal popularizar el pensamiento de Carrera: La independencia Absoluta. Allí se ataca a España, se elogia a Estados Unidos; se niega el origen divino de los reyes y se proclama la soberanía popular.
Carrera dicta el Reglamento Constitucional de 1812. En éste se reconoce a Fernando VII, pero sólo de manera nominal. El propio Reglamento, el carácter de Cónsul de Estados Unidos, asignado a J. Robert Poinsett y la creación de una bandera y escarapela nacional, son indicios de que Carrera quería el derecho del pueblo de Chile a gobernarse por sí mismo.
La orientación separatista de Chile motivó el envío de una expedición militar por el virrey Abascal. El general Antonio Pareja desembarcó en marzo de 1813 en Chiloé; desde ese punto avanzó hacia el norte, engrosando sus filas con efectivos de Valdivia y otros lugares del territorio. Con unos 2.000 soldados tomó la ciudad de Concepción, haciéndose fuerte en la región militar de Chile. La defensa del país la dirigió el mismo Carrera, quien dejo a una Junta (1813) a cargo del gobierno. El enfrentamiento de los ejércitos del virrey y de los criollos inicia las llamadas ‘Guerras de independencia’, las que, atendiendo a los componentes que integran los contingentes cabe, con propiedad, calificarlas de guerras civiles.
Tras un paréntesis en la lucha armada, causado por la firma del Tratado de Lircay (mayo de 1814) por el cual las cosas se retrotraen al año 1810, con reconocimiento de Fernando VII por los criollos y del gobierno existente en ese momento en Chile por peninsulares, se reinicia la guerra, la que finaliza en su primera parte con el triunfo realista en la batalla de Rancagua (octubre de 1814).
El desastre de Rancagua pone término a la Patria Vieja e inicia el período histórico llamado Reconquista Española.
La Reconquista Española o Restauración (1814 - 1817)
El segundo gran momento del proceso emancipador se inicia en 1814 con el retorno de Fernando VII al trono español. Es la segunda coyuntura histórica, configuradora de la política de restauración y pacificación emprendida por la corona española en América y que, en Chile, se prolonga hasta el año 1817. Su desenlace será la propagación de la rebelión desde el Río de la Plata, única región insurrecta entonces, y la difusión en el pueblo de sentimientos separatistas, todo lo cual termina por afianzar la independencia.
Características del período
Tradicionalmente a este período se le denomina Reconquista Española. Como tal concepto encierra error, es preferible llamarlo Restauración, por la conexión existente entre los acontecimientos ocurridos en América y Europa y, sobre todo, porque se trata de una vuelta a la dominación española. No es, en suma, una re-conquista, un volver a conquistar un territorio que, como se sabe, tuvo lugar en el siglo XVI al someterse a la población aborigen.
Libre España de los ejércitos franceses y vuelto Fernando VII como Rey absoluto, en la Metrópoli se plantea el hecho americano. Se lo interpreta como un apéndice de los movimientos liberales europeos, hijo de la Revolución Francesa y se tiene a los súbditos indianos en el concepto de rebeldes y sediciosos.
En mayo de 1814, por un manifiesto dirigido a los americanos, invitase a éstos a deponer su actitud de rebeldía y a someterse al Rey. Se quiere volver a la situación política anterior a 1810, con desconocimiento de lo obrado mientras el monarca estuvo ausente. Apoyan en América esta política parte del clero, comerciantes monopolistas y la burocracia virreinal, partidarios del fidelismo, sostenedores de la unidad de la monarquía.
Las pretensiones de Fernando se apoyan luego en la fuerza. Se envían contingentes militares; uno, dirigido por Pascual de Liñan, destinado a México; otro, al mando de Pablo Morillo, en dirección a Venezuela. Estas tropas se unen a las fuerzas que Abascal tiene en Lima y a las de Callejas en México. Mientras Morillo domina Venezuela y Nueva Granada, se sofoca el movimiento popular en Nueva España.
La Restauración adquiere así el carácter de Pacificación, dando forma a las Guerras de Independencia, generalizadas en América. Ellas tuvieron por consecuencia la aparición de fenómenos que habrían de marcar fuertemente la historia posterior: militarismo, caudillismo y terrorismo, ante el cual las masas de indiferentes se unen a la causa independentista; resentimientos sociales y restablecimiento de antagonismos raciales; desaparición, en algunas regiones, de fuertes sectores sociales dirigentes; desprestigio de la institución monárquica y, su contrapartida, la aceptación sin mayor reflexión ni crítica del sistema republicano, aceptado y proclamado en los Congresos de Apatzingán ( 21/Oct./1814 ); Tucumán ( 9/Ago./1816 ) y Angostura ( 9/Ago./1919 ).
La Reconquista Española o la Restauración en Chile
La batalla de Rancagua permitió al ejército realista restaurar la autoridad virreinal. Políticamente se vuelve a la situación anterior al establecimiento de la Junta de Gobierno de 1810.
Mientras los más comprometidos con el movimiento emigran a Mendoza, Mariano Osorio, el triunfador de Rancagua, reinstala la Real Audiencia, cierra el Instituto Nacional, creado por la Junta de 1813, e inicia una política de concordia y buen ánimo. Al poco tiempo, sin embargo, impulsado por el virrey de Lima, se vio obligado a actuar con rigor. Creó los tribunales de vindicación, ante los cuales los habitantes debían acudir a testimoniar su adhesión al rey. Pero la medida que provoco verdadera alarma y le enajeno la confianza del pueblo, fue el apresamiento de varios vecinos respetables de la ciudad de Santiago, algunos ya ancianos, acusados de haber tomado parte activa en los sucesos de la Patria Vieja. El traslado de éstos a la isla de Juan Fernández, entonces temido lugar de presidio, causó honda conmoción en la población que vio en este hecho un acto de cruel tiranía.
La política represiva se acentuó aún más con el cambio de gobernador. A fines de 1815, Osorio fue reemplazado por Casimiro Marcó del Pont, quien, asesorado por los Talaveras de la Reina, capitaneados por Vicente San Bruno y ante el temor de una invasión desde Mendoza, donde se preparaba el Ejército de los Andes, creó los tribunales de vigilancia para conocer las denuncias sobre actos desfavorables al régimen.
Por efecto de éstas y otras medidas de represión, se formó un ambiente de delación y represalia, temor y odio. El sentimiento separatista, exclusivo de los sectores sociales altos en tiempos de la Patria Vieja, a consecuencia de las torpezas y excesos cometidos por la autoridad virreinal, prendió en el pueblo; justo en el momento en el momento en que se identificaban las nociones de gobierno tiránico y Rey tirano. El sentimiento de adhesión a la autoridad al modo como se desarrolló en la Colonia, personificada a través del Rey, había muerto.
Como contrapartida, se favorece la llegada del ejército de San Martín, del que se tiene noticia por el guerrillero Manuel Rodríguez, joven inquieto y romántico, audaz enlace entre uno y otro lado de la cordillera, quien con sus correrías provoca desconcierto en el bando realista. En efecto, llegados O'Higgins y Carrera a Mendoza con el resto del ejército, se une a aquél José de San Martín, gobernador entonces de la provincia de Cuyo. Acariciaba éste el propósito de liberar América del Sur. Para ello era necesario atacar el centro de las fuerzas realistas que se encontraba en el Perú. Se dio la tarea de formar un ejército, independizar a Chile y marchar por vía marítima con destino a la capital del virreinato.
Con este fin se organizó el Ejército de los Andes. San Martín y O'Higgins y otros militares destacados, cruzan la cordillera en enero de 1817 y, el 12 de febrero del mismo año, derrotan al ejército realista en la batalla de Chacabuco. Se pone fin al poder de la Monarquía española en Chile y se inaugura la llamada Patria Nueva.
La Patria Nueva (1817 - 1823)
El Gobierno de Bernardo O’Higgins
Triunfante el ejército patriota en Chacabuco, el pueblo de Santiago, reunido en Cabildo abierto, nombró en el cargo de Director Supremo a don Bernardo O’Higgins Riquelme. La aristocracia entregaba el poder a la única fuerza que en esos momentos aparecía en condiciones de ejercer la soberanía. Pero, a causa de los excesos cometidos por el Director, molesta por los desaires de que la hizo objeto, seis años más tarde, en otro cabildo abierto, le quitaba el poder.
Personalidad de O’Higgins
Cuantos se han referido a la personalidad de O’Higgins, han destacado la influencia de su ascendencia irlandesa y la hispano-criolla, las cuales le llegan claramente diferenciadas. De aquélla procede la tenacidad de su acción, firmeza de convicciones, entrega al ideal forjado, persistencia en el objetivo propuesto, circunspección de carácter. De ésta, la impetuosidad de sus reacciones, su apasionamiento respecto de las personas, violencia en no pocos de sus actos.
Tales notas se condicionaban a los sentimientos orientadores de su actividad política: fe en la independencia y los beneficios que ella reportaría para mejorar la sociedad con la ayuda de leyes sabias; odio al pasado, a España y españoles; desprecio por la aristocracia; confianza en el americanismo.
Los conceptos de lealtad, honor, deber, moralidad, definen su ética de ciudadano. Voluntad, optimismo, osadía, son cualidades que explican su actuación como soldado.
Pensamiento Político de O’Higgins
Las ideas políticas de O’Higgins se modificaron con el tiempo. A comienzos de la revolución era un convencido del sistema republicano democrático. Discípulo de Miranda, recogió, a través de éste, la filosofía política del siglo XVIII; sin embargo, su ideario no lo formó en la lectura de los tratadistas sino en la experiencia lograda en Inglaterra. Admirador del parlamentarismo inglés, quiso establecer en un principio la democracia y, en tal sentido, se mostró partidario en 1810 de reunir a un Congreso.
Los hechos pronto lo convencieron de que no era posible establecer el sistema por él propiciado: no había tradición política, el pueblo carecía de virtudes cívicas, no existían hábitos arraigados de gobierno democrático. El fracaso de la Patria Vieja, debido más que nada a la rivalidad de grupos familiares y de partido, la anarquía observada en la región del Plata, el contacto con los militares argentinos, monarquistas y autoritarios y el propio ejercicio de mando en la vida militar, lo inclinaron al gobierno personalista. Aunque su pensamiento continuó siendo republicano, hasta el punto de rechazar los planes monárquicos de San Martín, optó por una autocracia patriarcal, fórmula que recuerda los gobiernos del despotismo ilustrado, cuando opinó que:
“Nuestros pueblos no serán felices sino obligándolos a serlo”.
El tipo de gobierno instaurado por O’Higgins fue el de una dictadura de corte civil. En su ejercicio afianzó la independencia al eliminar los últimos restos de ejército realista en territorio continental y al formar la Escuadra Libertadora del Perú. También ensayó política y administrativamente a la nación con la dictación de las Constituciones de 1818 y 1822. Por último, cabe destacar su empeño en transformar la sociedad chilena de caracteres coloniales. Reformas que, al herir los intereses y sentimientos de la aristocracia, provocaron la oposición de esta, con su consecuencia, la abdicación de O’Higgins al cargo de Director Supremo (28/enero/1823).
PROCESO DE INDEPENDENCIA DE CHILE
La Patria Vieja (1810 - 1814)
El movimiento revolucionario suscitado en la Capitanía General de Chile sigue un desarrollo casi del todo semejante al de las otras regiones de América. Desde el triunfo del autonomismo en el Cabildo abierto del 18 de Septiembre de 1810, se camina con pretensiones cada vez más separatistas, abortadas, éstas, sin embargo y, aunque temporalmente, en la batalla de Rancagua en 1814. Se conoce a éste período con el nombre de Patria Vieja. En su transcurso, por efecto de haberse experimentado en el gobierno autónomo, prende el sentimiento emancipador en el grupo criollo con aspiraciones políticas, a la vez que hace suyo el ideal republicano.
Cuando acontecían los hechos originarios de la crisis monárquica, gobernaba el Reino de Chile, en forma interina, don Antonio García Carrasco. Su falta de habilidad política e imprudencia le enajenaron la voluntad de la Real Audiencia primero y del Cabildo de Santiago enseguida. Medidas tan autoritarias como el apresamiento de tres patricios, Juan A. Ovalle, José A. de Rojas y Bernardo de Vera y Pintado, llevaron a la aristocracia santiaguina a exigir su renuncia el 16 de agosto de 1810. Lo reemplazó don Mateo de Toro y Zambrano, Conde de la Conquista, anciano ya, sujeto a toda suerte de influencias, quien convocó a un Cabildo abierto al pueblo de Santiago para resolver en vista de la difícil situación que se vivía.
La Primera Junta de Gobierno
En el cabildo triunfa la tendencia partidaria del gobierno autónomo, frente a los escasos partidarios de la sujeción al Consejo de Regencia. Se crea entonces, una Junta de Gobierno. Esta se declaró fiel a Fernando VII y tomó medidas efectivas:
Organizó las primeras milicias para defender el reino.
Decretó la libertad de comercio con naciones aliadas de España y neutrales.
También a objeto de contar con la representación de todo el reino, convocó a un Congreso Nacional.
Todos estos actos responden a un justo ejercicio del derecho, fundado en el uso legítimo de la soberanía, que ha revertido al pueblo. Pero, hacia fines de 1810, la ideología claramente revolucionaria se hace presente con la llegada del fraile de la buena muerte, Camilo Henríquez. Inspirado en la filosofía de la ilustración, en la ideas del Contrato Social de Rosseau, en el ejemplo de los Estados Unidos, postula la separación. Su pensamiento lo da a conocer en la famosa Proclama de Quirino Lemáchez, aparecida en enero de 1811. En ella se aboga desembozadamente por la independencia.
El Primer Congreso Nacional
El 4 de julio de 1811, se instaló el Congreso Nacional. Predominan los patriotas moderados, esto es, quienes desean reformas sin romper con la metrópolis. El grupo conceptuado de exaltados, de pretensiones separatistas, quedaba en franca minoría. Como medidas tomadas por el Congreso se anotan:
Creación de la Provincia de Coquimbo.
Ley de libertad de vientres, por la cual se declaraba libres a los hijos de esclavos nacidos en el territorio y se prohibía el tráfico de negros en el país.
Supresión de derechos parroquiales.
Envío de Francisco Antonio Pinto como agente diplomático ante la Junta de Buenos Aires.
La actitud moderada de los congresales fue aprovechada por José Miguel Carrera, llegado a Valparaíso en febrero de 1811, quien traía pretensiones de darle al movimiento un cariz más avanzado. Por sucesivos golpes de fuerza (Oct., Nov. y Dic. de 1811), apoyado por elementos exaltados, logró clausurar el Congreso y establecer un gobierno personal.
Gobierno de José Miguel Carrera (1811- 1813)
Carrera ejecutó varios actos tendientes a conseguir un gobierno independiente. Adquirió una imprenta. Con ella Camilo Henríquez editó La Aurora de Chile, primer periódico nacional. Tenía como objetivo principal popularizar el pensamiento de Carrera: La independencia Absoluta. Allí se ataca a España, se elogia a Estados Unidos; se niega el origen divino de los reyes y se proclama la soberanía popular.
Carrera dicta el Reglamento Constitucional de 1812. En éste se reconoce a Fernando VII, pero sólo de manera nominal. El propio Reglamento, el carácter de Cónsul de Estados Unidos, asignado a J. Robert Poinsett y la creación de una bandera y escarapela nacional, son indicios de que Carrera quería el derecho del pueblo de Chile a gobernarse por sí mismo.
La orientación separatista de Chile motivó el envío de una expedición militar por el virrey Abascal. El general Antonio Pareja desembarcó en marzo de 1813 en Chiloé; desde ese punto avanzó hacia el norte, engrosando sus filas con efectivos de Valdivia y otros lugares del territorio. Con unos 2.000 soldados tomó la ciudad de Concepción, haciéndose fuerte en la región militar de Chile. La defensa del país la dirigió el mismo Carrera, quien dejo a una Junta (1813) a cargo del gobierno. El enfrentamiento de los ejércitos del virrey y de los criollos inicia las llamadas ‘Guerras de independencia’, las que, atendiendo a los componentes que integran los contingentes cabe, con propiedad, calificarlas de guerras civiles.
Tras un paréntesis en la lucha armada, causado por la firma del Tratado de Lircay (mayo de 1814) por el cual las cosas se retrotraen al año 1810, con reconocimiento de Fernando VII por los criollos y del gobierno existente en ese momento en Chile por peninsulares, se reinicia la guerra, la que finaliza en su primera parte con el triunfo realista en la batalla de Rancagua (octubre de 1814).
El desastre de Rancagua pone término a la Patria Vieja e inicia el período histórico llamado Reconquista Española.
La Reconquista Española o Restauración (1814 - 1817)
El segundo gran momento del proceso emancipador se inicia en 1814 con el retorno de Fernando VII al trono español. Es la segunda coyuntura histórica, configuradora de la política de restauración y pacificación emprendida por la corona española en América y que, en Chile, se prolonga hasta el año 1817. Su desenlace será la propagación de la rebelión desde el Río de la Plata, única región insurrecta entonces, y la difusión en el pueblo de sentimientos separatistas, todo lo cual termina por afianzar la independencia.
Características del período
Tradicionalmente a este período se le denomina Reconquista Española. Como tal concepto encierra error, es preferible llamarlo Restauración, por la conexión existente entre los acontecimientos ocurridos en América y Europa y, sobre todo, porque se trata de una vuelta a la dominación española. No es, en suma, una re-conquista, un volver a conquistar un territorio que, como se sabe, tuvo lugar en el siglo XVI al someterse a la población aborigen.
Libre España de los ejércitos franceses y vuelto Fernando VII como Rey absoluto, en la Metrópoli se plantea el hecho americano. Se lo interpreta como un apéndice de los movimientos liberales europeos, hijo de la Revolución Francesa y se tiene a los súbditos indianos en el concepto de rebeldes y sediciosos.
En mayo de 1814, por un manifiesto dirigido a los americanos, invitase a éstos a deponer su actitud de rebeldía y a someterse al Rey. Se quiere volver a la situación política anterior a 1810, con desconocimiento de lo obrado mientras el monarca estuvo ausente. Apoyan en América esta política parte del clero, comerciantes monopolistas y la burocracia virreinal, partidarios del fidelismo, sostenedores de la unidad de la monarquía.
Las pretensiones de Fernando se apoyan luego en la fuerza. Se envían contingentes militares; uno, dirigido por Pascual de Liñan, destinado a México; otro, al mando de Pablo Morillo, en dirección a Venezuela. Estas tropas se unen a las fuerzas que Abascal tiene en Lima y a las de Callejas en México. Mientras Morillo domina Venezuela y Nueva Granada, se sofoca el movimiento popular en Nueva España.
La Restauración adquiere así el carácter de Pacificación, dando forma a las Guerras de Independencia, generalizadas en América. Ellas tuvieron por consecuencia la aparición de fenómenos que habrían de marcar fuertemente la historia posterior: militarismo, caudillismo y terrorismo, ante el cual las masas de indiferentes se unen a la causa independentista; resentimientos sociales y restablecimiento de antagonismos raciales; desaparición, en algunas regiones, de fuertes sectores sociales dirigentes; desprestigio de la institución monárquica y, su contrapartida, la aceptación sin mayor reflexión ni crítica del sistema republicano, aceptado y proclamado en los Congresos de Apatzingán ( 21/Oct./1814 ); Tucumán ( 9/Ago./1816 ) y Angostura ( 9/Ago./1919 ).
La Reconquista Española o la Restauración en Chile
La batalla de Rancagua permitió al ejército realista restaurar la autoridad virreinal. Políticamente se vuelve a la situación anterior al establecimiento de la Junta de Gobierno de 1810.
Mientras los más comprometidos con el movimiento emigran a Mendoza, Mariano Osorio, el triunfador de Rancagua, reinstala la Real Audiencia, cierra el Instituto Nacional, creado por la Junta de 1813, e inicia una política de concordia y buen ánimo. Al poco tiempo, sin embargo, impulsado por el virrey de Lima, se vio obligado a actuar con rigor. Creó los tribunales de vindicación, ante los cuales los habitantes debían acudir a testimoniar su adhesión al rey. Pero la medida que provoco verdadera alarma y le enajeno la confianza del pueblo, fue el apresamiento de varios vecinos respetables de la ciudad de Santiago, algunos ya ancianos, acusados de haber tomado parte activa en los sucesos de la Patria Vieja. El traslado de éstos a la isla de Juan Fernández, entonces temido lugar de presidio, causó honda conmoción en la población que vio en este hecho un acto de cruel tiranía.
La política represiva se acentuó aún más con el cambio de gobernador. A fines de 1815, Osorio fue reemplazado por Casimiro Marcó del Pont, quien, asesorado por los Talaveras de la Reina, capitaneados por Vicente San Bruno y ante el temor de una invasión desde Mendoza, donde se preparaba el Ejército de los Andes, creó los tribunales de vigilancia para conocer las denuncias sobre actos desfavorables al régimen.
Por efecto de éstas y otras medidas de represión, se formó un ambiente de delación y represalia, temor y odio. El sentimiento separatista, exclusivo de los sectores sociales altos en tiempos de la Patria Vieja, a consecuencia de las torpezas y excesos cometidos por la autoridad virreinal, prendió en el pueblo; justo en el momento en el momento en que se identificaban las nociones de gobierno tiránico y Rey tirano. El sentimiento de adhesión a la autoridad al modo como se desarrolló en la Colonia, personificada a través del Rey, había muerto.
Como contrapartida, se favorece la llegada del ejército de San Martín, del que se tiene noticia por el guerrillero Manuel Rodríguez, joven inquieto y romántico, audaz enlace entre uno y otro lado de la cordillera, quien con sus correrías provoca desconcierto en el bando realista. En efecto, llegados O'Higgins y Carrera a Mendoza con el resto del ejército, se une a aquél José de San Martín, gobernador entonces de la provincia de Cuyo. Acariciaba éste el propósito de liberar América del Sur. Para ello era necesario atacar el centro de las fuerzas realistas que se encontraba en el Perú. Se dio la tarea de formar un ejército, independizar a Chile y marchar por vía marítima con destino a la capital del virreinato.
Con este fin se organizó el Ejército de los Andes. San Martín y O'Higgins y otros militares destacados, cruzan la cordillera en enero de 1817 y, el 12 de febrero del mismo año, derrotan al ejército realista en la batalla de Chacabuco. Se pone fin al poder de la Monarquía española en Chile y se inaugura la llamada Patria Nueva.
La Patria Nueva (1817 - 1823)
El Gobierno de Bernardo O’Higgins
Triunfante el ejército patriota en Chacabuco, el pueblo de Santiago, reunido en Cabildo abierto, nombró en el cargo de Director Supremo a don Bernardo O’Higgins Riquelme. La aristocracia entregaba el poder a la única fuerza que en esos momentos aparecía en condiciones de ejercer la soberanía. Pero, a causa de los excesos cometidos por el Director, molesta por los desaires de que la hizo objeto, seis años más tarde, en otro cabildo abierto, le quitaba el poder.
Personalidad de O’Higgins
Cuantos se han referido a la personalidad de O’Higgins, han destacado la influencia de su ascendencia irlandesa y la hispano-criolla, las cuales le llegan claramente diferenciadas. De aquélla procede la tenacidad de su acción, firmeza de convicciones, entrega al ideal forjado, persistencia en el objetivo propuesto, circunspección de carácter. De ésta, la impetuosidad de sus reacciones, su apasionamiento respecto de las personas, violencia en no pocos de sus actos.
Tales notas se condicionaban a los sentimientos orientadores de su actividad política: fe en la independencia y los beneficios que ella reportaría para mejorar la sociedad con la ayuda de leyes sabias; odio al pasado, a España y españoles; desprecio por la aristocracia; confianza en el americanismo.
Los conceptos de lealtad, honor, deber, moralidad, definen su ética de ciudadano. Voluntad, optimismo, osadía, son cualidades que explican su actuación como soldado.
Pensamiento Político de O’Higgins
Las ideas políticas de O’Higgins se modificaron con el tiempo. A comienzos de la revolución era un convencido del sistema republicano democrático. Discípulo de Miranda, recogió, a través de éste, la filosofía política del siglo XVIII; sin embargo, su ideario no lo formó en la lectura de los tratadistas sino en la experiencia lograda en Inglaterra. Admirador del parlamentarismo inglés, quiso establecer en un principio la democracia y, en tal sentido, se mostró partidario en 1810 de reunir a un Congreso.
Los hechos pronto lo convencieron de que no era posible establecer el sistema por él propiciado: no había tradición política, el pueblo carecía de virtudes cívicas, no existían hábitos arraigados de gobierno democrático. El fracaso de la Patria Vieja, debido más que nada a la rivalidad de grupos familiares y de partido, la anarquía observada en la región del Plata, el contacto con los militares argentinos, monarquistas y autoritarios y el propio ejercicio de mando en la vida militar, lo inclinaron al gobierno personalista. Aunque su pensamiento continuó siendo republicano, hasta el punto de rechazar los planes monárquicos de San Martín, optó por una autocracia patriarcal, fórmula que recuerda los gobiernos del despotismo ilustrado, cuando opinó que:
“Nuestros pueblos no serán felices sino obligándolos a serlo”.
El tipo de gobierno instaurado por O’Higgins fue el de una dictadura de corte civil. En su ejercicio afianzó la independencia al eliminar los últimos restos de ejército realista en territorio continental y al formar la Escuadra Libertadora del Perú. También ensayó política y administrativamente a la nación con la dictación de las Constituciones de 1818 y 1822. Por último, cabe destacar su empeño en transformar la sociedad chilena de caracteres coloniales. Reformas que, al herir los intereses y sentimientos de la aristocracia, provocaron la oposición de esta, con su consecuencia, la abdicación de O’Higgins al cargo de Director Supremo (28/enero/1823).
martes, 28 de agosto de 2007
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